Humaira Osmani

Afganistán

“Mi amor por la comida me lleva a explorar y conocer los ingredientes de mi país. Mis mejores recuerdos están ligados a la cocina, disfrutando de los aromas y sabores que ofrece mi tierra fértil. Cocinar es más que una actividad, es una expresión compartida de amor."

Humaira Osmani, de 32 años, ha vivido en diferentes ciudades y países, encontrando refugio en Brasil en 2022. Nacida en Nangarhar, una de las provincias económicamente más diversas y funcionales de Afganistán, creció entre olores de limones, naranjas, aceitunas y maní. y dátiles, famosos en su tierra natal, que alguna vez fue un importante centro de producción de amapola en el mundo, además de ser la ciudad de una compatriota que llegó a ser conocida como “la niña de los ojos verdes” – inmortalizada a través del lente del fotógrafo Steve McCurry. en la portada de la revista National Geographic en 1985. Criada en una familia numerosa, con cuatro hermanos y cinco hermanas, bajo el cuidado de sus padres, Mohammad y Nooria, Humaira comenzó sus estudios en la capital, Kabul. En 2008 se casó y, junto a su marido, que comparte el mismo nombre que su padre, visitó Pakistán y la India en busca de nuevas experiencias. Su pasión por la cocina comenzó cuando era adolescente, cuando pasaba horas en la cocina junto a su madre, aprendiendo técnicas tradicionales y explorando los sabores de la cocina afgana. Además de la tutoría materna, la afgana también se sumergió en recetarios y programas de cocina en televisión, donde aprendió recetas tradicionales, como el Kabuli Pulao, considerado el plato nacional de su país, elaborado con arroz basmati, cordero y pasas y servido como parte de un Dastarkhan (fiesta afgana). Centrada en la familia, la sociedad afgana cultiva valores como la hospitalidad y las fiestas y celebraciones juegan un papel importante en este sentido, siempre acompañadas de una buena comida. Un ejemplo de ello es el Nowruz, el Año Nuevo afgano, celebración que se realiza desde hace al menos 3 mil años, un momento especial en el que el pueblo afgano expresa su deseo de prosperidad y renovación de sus vidas. La fiesta dura varias semanas y reúne a familias y amigos alrededor de una mesa decorada con objetos que simbolizan pureza, luminosidad, vida y prosperidad. Los presentes degustan Haft Mewa, una bebida elaborada con siete tipos de frutas, de sabor auténtico y rica en tradición, elementos propios de su país que Humaira incorpora con cariño a su repertorio gastronómico.