Embajadores Culturales Migraflix
Conozca las historias
La familia Migraflix está compuesta por nuevos brasileños que decidieron recomenzar su historia en Brasil. Ellos trajeron nuevas culturas y visiones del mundo, ofreciendo un rico intercambio de experiencias
Salsabil Matooq nació en Latakia, Siria y recorrió Arabia Saudita, donde estudió farmacia y conoció a su marido antes de mudarse a Brasil. Fue durante la época de la universidad que comenzó a trabajar con comida: vendía platos típicos a los amigos y a otros estudiantes para apoyar en los ingresos familiares. En Arabia Saudita, mientras el marido comercializaba perfumes, ella hacía apetitosas meriendas dulces y saladas para complementar las finanzas. A finales de 2014, debido a los conflictos en la región, Salsabil se embarcó con su familia rumbo a Brasil. La Musacka’a (berenjena con tomate, ajo, cebolla y carne) estrella de su menú, es apenas una de las muchas opciones que ella ofrece por encomienda o en ferias en la ciudad de São Paulo y toda su región. Para Salsabil, “la vida mejora cuando se come algo delicioso”.
Salsabil Matooq
Evodie es congolesa y trabajaba con producción de eventos y bodas en su país. Esperaba encontrar en Brasil personas que conociesen el francés o la historia de la República Democrática del Congo, pero no fue lo que encontró. A pesar de eso, aprendió a adaptarse y hoy viene trabajando con la rama de la gastronomía. Su mayor sueño es crear un restaurante que lleve la experiencia culinaria congolesa a Brasil.
Evodie Mwepu
Karlos Valera, peruano de Lima, llegó a Brasil en 2002. Estaba de paseo, pero le gustó tanto que decidió quedarse. Siendo un niño, aprendió a preparar con su madre un muy buen ceviche, además de otros platos tradicionales de su país natal. Por eso decidió invertir en el negocio de comidas peruana lista en la región central de São Paulo. En más de 10 años en la capital paulista, él quiere ampliar su producción adquiriendo un espacio propio y, además, ofreciendo servicio a domicilio. Hoy, alrededor de 80 clientes fieles que viven, trabajan o pasean por la mayor región de comercio popular de São Paulo, la 25 de Marzo, compran sus almuerzos empacados.
Karlos Velera
Yilmary es natural de Aragua, Venezuela y llegó a Brasil hace cerca de dos años debido a la situación política del país. Terapeuta ocupacional, trabajó su área en escuelas especiales y en empresas. En Brasil tuvo dificultades para revalidar su título académico y encontrar un empleo relacionado con su formación, entonces se reinventó: fue a las calles a vender sus tortas, bocadillos salados y otras recetas caseras para el desayuno, en una parada de bus. Aprendió a cocinar con su madre, pero trae cantidades de recuerdos culinarios de su abuela, especialmente a la hora de hacer hallaca, plato típico preparado por toda la familia, en una especie de línea de montaje. “Cocinar, para mí, es transmitir amor, alegría. Puedo estar cansada, pero cuando voy a preparar un plato lo hago con mucho cariño.”
“Cocinar es mi vida. Es mi mundo.” Nacido en Bogotá, Colombia, llegó a Brasil hace cinco años, huyendo de la violencia. En Colombia trabajaba como subchef, una especie de “mano derecha” de grandes nombres de la gastronomía. Llevó a Brasil el conocimiento que obtuvo con muchas estrellas de la cocina con las cuales compartió, además de sus recuerdos afectivos familiares: “recuerdo el aroma de los bollos hechos en las hojas de plátano, de las arepas con diversos tipos de maíz, de las parrillas y tortas tradicionales que eran servidas en las fiestas de fin de año cuando aparecían, como mínimo, 50 personas en casa de mi abuela… Ella preparaba las tortas a leña, las envolvía en paños de seda y las escondía en el armario hasta que llegara la hora de ser servidas. Hoy, Jair dirige un food truk y sirve un sabroso menú de platos típicos de su país.
Jair Abril Rojas
Chaitali Roychowdhury, nació en Calcuta, capital de Bengala Occidental, estado indio, ella y su marido están en Brasil desde 2014. Él, es investigador en la Universidad de São Paulo y ella da clases particulares de inglés. Chaitali aprendió a cocinar sola, a temprana edad y adora hacer eso también en Brasil, a pesar de extrañar los condimentos de India, que son muchos. Es imposible recordar la infancia sin detenerse en las fiestas familiares cuando la tía, principalmente, preparaba platos deliciosos. Algunos aprendió a prepararlos, otros los adaptó y, buena parte de ellos, pueden ser encontrados en su blog. Por ahora, las recetas están en sánscrito e inglés, pero ella está haciendo un curso de portugués para extranjeros y luego va a incluir nuestra lengua con el objetivo de que más personas puedan tener un pedacito del país asiático en casa.
Chaitali Roychowdhury
Oussama es sirio y llegó a Brasil con la familia, esposa y cuatro hijos, al final de 2014. lo que le atrajo a Brasil fueron las oportunidades de trabajo, además del acogimiento de los brasileños. En Siria, él trabajaba con fotografía, pero como eso exige la utilización de muchos equipos técnicos y por tratarse de un mercado muy competitivo, aquí él decidió invertir en aquello que tenía por hobby: la culinaria. A pesar de haber estado atento a la producción de kafta (su plato preferido) desde niño, fue en la adultez, viendo programas de televisión del chef Ramzi Shuairi, que comenzó a meterse en la cocina. Hoy, Oussama es dueño de una lonchería en Guarulhos, donde sirve platos típicos de su país.
Oussama Hazeemeh
Liliana es colombiana y ya trabajaba con cocina en su país. Su especialidad es hacer arepas, pancitos de maíz blanco con rellenos siempre generosos. Llegó a Brasil con su marido en 2014, pues su pequeño negocio de comida rápida sufría mucha presión por parte de los narcotraficantes de su región. Sus hijos llegaron después y hoy se siente más feliz y completa teniendo a su familia reunida. Trabaja en São Paulo vendiendo arepas en su bici food y sueña con poder crecer con un food truck, donde pueda ofrecer arepas a más personas y trabajar con más comodidad.
Liliana Pataquiva
“Los platos deben ser equilibrados de forma sutil para que la persona consiga percibir los olores, sabores y sensaciones de cada ingrediente”, explica Carlos Daniel Escalona Barros, venezolano, periodista de profesión, quien muy temprano se interesó por la gastronomía. Doña Elvira, su madre, se encargó de convertir la cocina en un ambiente encantador, donde la comida era una experiencia que atravesaba todos los sentidos. Para Carlos, un restaurante debe ser un refugio para desconectarse del mundo, saborear un buen plato y disfrutar de un ambiente acogedor y armonioso. En su menú, recetas típicas hechas de modo artesanal (asegurando la fidelidad del sabor), ingredientes saludables y el mejor condimento: amor.